El toro, de la pradera al 3.0.
Me confieso, soy un marketiniano raro, digo raro porque no puedo evitar que me salga la vena de politólogo. Muchas veces cuando quiero explicar determinados fenómenos del marketing necesito apoyarme siempre en los libros de referencia para los frikis de la política.
La pasada noche cuando estaba escribiendo sobre el Toro de Osborne, sobre su valor, la marca, sobre la permanencia y supervivencia; no pude evitar , a pesar de mis esfuerzos, acordarme de Maquiavelo y de su libro "el Príncipe", esa genial obra-manual que nos dice como "mantenere lo stato", como permanecer en el poder, como sobrevivir... Algo que al final quieren todas las marcas: permanecer en el tiempo, ser líderes y sobrevivir a los cambios en el mercado, en la sociedad...
No se si los creadores del popular Toro leyeron a Maquiavelo, pero lo que es seguro es que consiguieron crear una marca que ha superado todos cuantos problemas se le pusieron por delante hasta convertirse en un icono, un referente, un bien cultural y reconocido internacionalmente.
El Toro de Osborne no es producto de Adobe ni de otro software de diseño ya que en 1956 no existían esos medios, como todas las grandes ideas se diseñó en un papel, con tinta china y su autor fue una creativo de la Agencia Azor, amante de la tauromaquia como Goya, llamado Manolo Prieto. El objetivo era publicitar la marca Veterano y que mejor que buscar una imagen sobria, sencilla y reconocible para asociarla a ese concepto; es aquí donde aparece en escena el Marketing de lo Evidente, la máxima expresión de lo que días atrás llamaba "difícil sencillez de la comunicación", la imagen de un toro que se posicionaría erigiéndose como rey de las praderas del territorio español para poder ser visible desde las carreteras.
Creo positivamente que esta mezcla de sencillez, la capacidad de adaptarse y una pizca de suerte son las que han convertido a la silueta del toro en lo que es hoy: un símbolo. Digo esto porque los primeros toros eran de madera, por todos es sabido que la madera a la intemperie no puede aguantar las situaciones atmosféricas adversas, he aquí el momento en el que se deciden cambiar los materiales y éstos pasan a ser de chapa de metal pudiendo aumentar su tamaño desde los 4 a los 7 metros. Tan solo un año más tarde se produce otro hecho clave para mejorar el posicionamiento del animal, en 1962 los cambios en la normativa de la publicidad de las carreteras lo obligan a alejarse de éstas y el Toro aumenta su tamaño hasta los 14 metros. Pero el cambio definitivo, que a mi entender los convierte en ese icono que es, se produce en 1988 cuando evita su retirada al borrar de su cuerpo la rotulación de la marca, motivado por otro cambio en la reglamentación de las vallas publicitarias. Es aquí cuando el Toro se adapta plenamente al entorno y se transforma en una estampa del paisaje español, convirtiéndose en el paraguas de la marca Osborne a pesar de que en sus inicios fuera creada para acompañar a su producto Veterano.
Muchos han sido sus defensores, pero también ha tenido muchos detractores como los independentistas que lo asociaban al símbolo de españolidad que tanto detestaban, llegando a destrozar y pintar un gran número de ellos. Todos ayudaron a hacerlo grande. Así como aquellos que se inspiraron el Toro para crear; artistas como Dalí, Almodóvar o Bigas Luna. Aquellos que lo utilizaron como fuente de promoción que traspasa lo publicitario. Aquellos que lo pintaron con los colores de la bandera del orgullo gay, los que lo customizaron convirtiéndola en vaca, los que le pusieron la mascarilla para reivindicar el medioambiente, los que pusieron en su cuerpo mensajes de amor o políticos... Todos ellos hicieron que el Toro fuera un elemento de expresión multicultural y temático, que recorriese portadas de periódicos y que fuese titular en otros medios; ¡qué grandes hacedores del marketing han sido!
El Toro ya es una obra de arte, que ha pervivido en el tiempo, que tiene club de fans, que está siendo explotado por Osborne de una manera muy adecuada, expandiéndose por otras partes del mundo, a través de sus tiendas de merchandising, a través de deportes como el fútbol y el tenis; me da a mi que este toro no se muere.
Que bonito es ver que una imagen de marca tan pura, limpia y bravía, sigue campando por los prados de la geografía española, y ahora también por los del 3.0, en su web www.torodeosborne.com, o en redes sociales como facebook o flickr. Para mí este es un gran ejemplo de como una marca se transforma en un icono social a través de la adaptación a los medios y a los tiempos, unido a una buena implicación emocional con la sociedad.
Diré para finalizar que soy gallego y no me gustan las corridas de toros, pero creo que este Toro forma parte de mis recuerdos de niñez cuando pasaba un montón de horas en el coche para ir a visitar a la familia y el mayor aliciente que tenías era ir viendo por la ventanilla hasta poder ver el toro en las llanuras y en las colinas. Diré también que mi abuela nació en el Puerto de Santa María y esto es un pequeño homenaje a esa tierra, porque como dijo alguien un día "la vida es como un toro".