El marketing como Dios manda.
El día
que calló por primera vez en mis manos el libro “Jesus Lava
mais branco. O como a Igreja inventou o Marketing” fue todo un
hallazgo, me di cuenta que la Iglesia era una gran empresa de
marketing, ni Coca-Cola, ni MacDonalds, el marketing es obra de Dios.
No voy a
resumiros este libro porque prefiero que lo leáis y disfrutéis
de un brillante enfoque de como la Iglesia ha creado el marketing y
de como lo utiliza para seguir perviviendo tantos años.
¿Cuestión de suerte? No creo, yo diría buena
planificación de Marketing Estratégico y de Marketing
Operativo.
La Iglesia
Católica nunca deja de sorprenderme, en los últimos
tiempos su entrada en el mundo Online consiguió captar mi
atención como nunca antes lo había hecho, el Papa
Benedicto tenía twitter y algo empezaba a cambiar en el seno
de la Organización. Pero fue tras su repentina decisión
de abandonar cuando entendí que algo cambiaba radicalmente y
se escondía algo tras este cambio de planes.
La conclusión
me sobrevino después de leer periódicos y reflexionar
con ojos de marketiniano, la Iglesia se había equivocado en la
elección del Papa, no encajaba con su nueva estrategia de
marketing que buscaba una mayor credibilidad y penetración en
la sociedad. Tocaba reposicionarse.
Reposicionarse
no es más que cambiar la forma de enfocar nuestro mensaje para
conseguir una nueva percepción en los consumidores. Cuando se
venden intangibles es muy importante la credibilidad y confianza, esa
es la tarea fundamental.
La Iglesia
Católica a través de su central, de sus sedes,
delegaciones y superficies de venta siempre ha hecho gala de poder,
grandiosidad, lujo, grandeza... a pesar de que promulga el
sufrimiento, la humildad y otros conceptos similares como claves para
disfrutar de una vida como Dios manda. Puede parecer contradictorio,
pero esta estrategia le ha ido muy bien, tanta grandeza abruma,
infunde respeto e incluso miedo.
Pero vivimos
días de crisis mundial, muy duros, mi generación no
conocía tal situación económica y social; tasas
de paro elevadas, corrupción por doquier, falta de liquidez en
las familias, en las empresas y falta de crédito; por enumerar
algunas. El departamento de Marketing del Vaticano no es extraño
a esta situación y creo que intermedió en el asunto de
la elección del nuevo Papa con el objetivo de mejorar la
imagen de la Iglesia.
Se buscaba un
nuevo Papa que fuera renovador, aperturista, más joven que el
anterior, pero sobre todo que fuese una persona sencilla y humilde.
Así, eligieron a un Papa Latino, Francisco I. Primer Papa de
las Américas, apasionado del fútbol, persona humana,
sencilla, más joven que Benedicto XVI, pero sobre todo
proyecta imagen de humildad (recordemos sus viajes en metro antes de
su elección, su renuncia a vivir en el apartamento papal, son
algunas de las cosas que favorecen a ello). Esto es un
reposicionamiento en toda regla.
Ante todo esto
solo puedo esbozar una tímida sonrisa mientras mi cabeza
repite aquella célebre frase del Quijote: “con la iglesia
hemos dado (que no topado como se empeñan algunos en decir)
amigo Sancho”.