Del autorretrato a la autofoto.
Hacía
ya tiempo que no encontraba un hueco para sentarme y hacer una de las cosas que
más me gusta, escribir. El trabajo y otros quehaceres han copado mi agenda como
nunca antes sucediera. Pero me sentía en la obligación de hacer una nueva
disertación antes de finalizar el año.
Tenía
muchas ganas de hablar de los selfies y de la revolución social que han
provocado en internet, en las Redes Sociales; famosos, anónimos, políticos…
todos han sido víctimas de esta nueva fiebre de la comunicación social. ¿Nueva????
Para nada, todo lo contrario, no sé si en las Cuevas de Altamira ya hacían
selfies, pero lo que si tengo claro es
que los grandes pintores han sido los primeros en impulsar este Fenómeno
Social. Todo empezó con Jean Fouquet y luego Durero, Rubens… y una larga lista de ellos han hecho autorretratos de
si mismos que han permanecido en la posteridad como grandes obras de arte. ¿Con
qué objetivo? Pues, seguramente publicitarse, darse a conocer, equipararse a
los personajes famosos que pintaban o simplemente reforzar su ego.
Pero el
que se lleva la palma de los selfies pictóricos es el pintor conocido
comercialmente como Velázquez, casi tan conocido por su reputación social como
por la calidad de sus productos. Velázquez ha sido el precursor de todos los
que hoy en día se hacen selfies con personajes famosos e influyentes, el sumun
de los selfies pictóricos es sin lugar a dudas el cuadro conocido como “Las
Meninas”, donde el genial autor tiene la brillante idea de retratarse junto a
la Familia Real y su corte. Estupenda acción de marketing personal que pasará a
la historia como una de las grandes obras pictóricas y en la que su autor
aparece en ella como elemento fundamental e indispensable.
Quizá le Petit Nicolás se ha inspirado en Velázquez para pasar a la posteridad, este
fenómeno emergente de los mass media ha crecido al amparo de selfies y
fotografías con lo más florido y granado del panorama político, empresarial,
cultural… y hasta con anónimas que por efecto rebote se han hecho reconocibles
ante el gran público, véase “la pechotes”.
Queda
claro que el don de la oportunidad, el saber segmentar y seleccionar con quien
hacemos un selfie puede afectar a nuestra reputación social, tanto
negativamente como positivamente, ayudando a construir nuestra marca personal.
Por tanto, se ha convertido en una nueva herramienta de marketing al servicio
del ascenso social y del reconocimiento.
He de
reconocer que estaba en contra de ellos, pero en vista de los resultados y de
la potencialidad como herramienta de marketing, finalmente he decidido
incluirla como estrategia de mi Plan de Marca Personal. Eso si, como el alcohol
con mesura y moderación.
En los perfiles personales casi se ha dejado
claro que vale todo en un selfie. Seducir, provocar, enseñar, hacer el payaso,
mostrar el grado de embriaguez… la gente ha perdido la vergüenza social y
amparado en que otros lo hacen se deja llevar por la corriente. En esto
consisten las modas.
El
mayor problema es controlar en los perfiles profesionales o de empresa cómo,
cuándo y con quién hacernos un selfie, en el caso de que éste sea compartido
con un amigo o personaje reconocido, es muy importante saber medir y no saturar a la hora de utilizar
este tipo de recursos, porque puede llegar a aburrir o simplemente convertirnos
en frikis caza famosos.
Una vez
más pretendo dejar claro que muchos de los fenómenos de la Social Life no son
propios exclusivamente de nuestra época, sino que se mantienen a lo largo de
los tiempos y tiene su resurgir dentro de los nuevos canales de interacción
social, quizá con alguna modificación pero siempre con la misma esencia. El
hombre/mujer sigue teniendo afán de protagonismo, necesidad de reconocimiento,
ganas de demostrar su avidez y se sigue moviendo por la envidia; así los
selfies nunca morirán.